Dublin es una ciudad que me sorprendió gratamente. Quizás porque no esperaba demasiado al final de un año de viajes cada semana y a donde llegué realmente cansado.
Lo primero que sorprende es el aeropuerto, es muy reciente, muy grande y espacioso. Por fuera es una estructura metálica de aspecto bastante futurista. La verdad, habrá salido muy caro, seguramente demasiado, pero causa una muy buena impresión, como pasa en la T4 de Madrid.
Para llegar al centro, lo más rápido y caro es el taxi. Por unos 10 euros de más, vas por unos túneles que acortan mucho el tiempo de viaje.
El centro de Dublín es realmente bonito, limpio y con unas distancias ‘caminables’. La zona del río Liffey, los Docklands, es lo más destacable, aunque tampoco tuve tiempo de ver toda la ciudad claro (Business es Business). Es una zona con una sensación de amplitud impresionante y sorprende lo nuevos que son todos los edificios de la zona en general, y con acabados de primera (cristal, acero inoxidable, etc). Estos, como buenos PIGS, se apuntaron a la burbuja como nosotros, y así nos ha ido. Aunque ellos, al ser más pequeños, ser sede de grandes empresas y con el apoyo de otros grandes países anglosajones parece que van a levantar antes la cabeza.
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Dublin Docklands |
En una buena burbuja inmobiliaria, no podía faltar un puente de Calatrava claro. También tienen un tranvía muy moderno, cómodo y útil que comunica el centro de la ciudad con las afueras, donde yo estaba alojado y trabajando.
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Puente en Dublín |
Otra cosa que sorprende es el ambiente de la ciudad. No esperas que un día cualquiera de la semana haya tanto ambiente en una ciudad así. La zona centro, O’Connel Street y Temple Bar, es muy agradable para dar un paseo por la tarde, cenar en uno de los cientos de pubs y tomar unas pintas. A poder ser, una Guinness que, como dice la leyenda, en Dublín sabe mejor que en el resto del Mundo. Lo puedo confirmar, nunca antes había conseguido acabarme una y, después de unas semanas, ya me había aficionado, dicen que es el agua y que en cada pub es distinta.
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Pub en Dublín, a reventar claro. |
Aquí se acaba mi experiencia turístico-festiva en Dublín, lo que hubiera salido en ‘Españoles (Tarraconenses en este caso) por el Mundo’. El resto del tiempo lo pase en un hotel a las afueras al lado de las oficinas donde trabajábamos. El trabajo es el trabajo, claro. Jornadas eternas, reuniones, mails y mas mails y al salir paseíto rápido (para no congelarte y cogerte un gripazo o acabar con los labios cortados, que sí fue el caso) y vuelta al hotel. Por lo menos, no se puede decir que se coma mal, todo hay que decirlo, la comida inglesa/irlandesa de pub es francamente buena en general (pal que le guste claro). Eso sí, un solo pub en mucha distancia a la redonda y claro, a los pocos días ya había que repetir. Esas cosas son las que no salen en la tele, donde siempre el viajar es una experiencia entrañable y enriquecedora (ja ja).
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Afueras de Dublín - En el trabajo, el paisaje cambia. |
En resumen, Dublín no es de los peores destinos y al final vas a trabajar y no de vacaciones. Una ciudad recomendable. Se me quedó en el tintero el Museo de Guinness, no hubo tiempo con tanta faena, otra vez será, o no.
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